Con palabras de desprecio
pagas a los que te buscan.
Te mueres ahogada en soledad,
pero tu castigo es el orgullo.
Sola viajas, sintiéndote fuerte,
pregonando ser la que no llora.
En tu soledad,
tus labios extrañan el amor.
Vas sin rumbo, deseando un abrazo,
pero odiando con desdén a los hombres.
Vive así... Sola, afirmando que el único amor que existió,
fue el primero que te desprecio.
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