Al caminar por la calle, de la mano con mi nieto, paramos en la esquina del centro, ese lugar donde impera el ruido y el bullicio. En ese instante que esperamos el cruzar la avenida, me fije en el cafe de la esquina de la principal...
Era azul, con marcas de muchos colores y de años que pasaron al estar ahi, no creí que el negocio anterior cerrara, aquella antigua librería desapareció.
Aquella libreria me contaba mi abuelo que era donde trabajo y conocido a mi abuela Nena, que antes era una bodega de cafe, previo a la revolución.
Hoy simplemente es una cafeteria, con sombrillas en la banqueta, pero con pintura gruesa en sus paredes, que trae historia. Al ver a mi nieto, pienso que sera de ese lugar, cuando el viaje con sus hijos estará la cafeteria o sera una librería donde conozca al amor de su vida; no lo se, simplemente pasamos de generación en generación trascendiendo de padres a hijos, y lo único que dura son las paredes que vemos juntos y que perduran por mucho. Estará ahi cuando nosotros nos vertamos en el remolino de insaciable de la muerte, donde solo nuestras ciudades duraran mas que sus fundadores.
Esa esquina seguira, cuando me haya ido, estará rodeada de gente que no se detiene a ver que el mundo cambia o se mueve, hasta que envejezcamos....
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